En marzo del 2024, las cámaras legislativas del estado de Florida (EUA) de mayoría Republicana, prohibieron las granjas eólicas en aguas estatales. Es una medida que ha generado controversia, así como debate alrededor de los beneficios y permisos con los que cuentan esta tecnología; y también, nos ha dejado una amplia cantidad de notas amarillistas.

¿En qué Consiste esta Restricción?
La HB 1645 prohíbe las construcciones o expansiones de instalaciones eólicas de alta mar (offshore) a 5 kilómetros de la costa en el Atlántico y a 17 kilómetros en el Golfo de México. No prohíbe las grajas eólicas a una distancia mayor de las establecidas y tampoco aquellas que quieran ponerse dentro del territorio (onshore).
Cabe recalcar que en Florida existe ninguna instalación eólica debido a que los vientos no son los suficientemente intensos (a excepción en huracanes) para que sea redituable una turbina eólica, de igual manera no existía ningún proyecto para una futura granja eólica. Por lo que en términos prácticos han prohibido una actividad que no se hace y no se pensaba hacer.
¿Por qué está Restricción?
No niego que pueda haber tintes políticos detrás de una prohibición tan controvertida, pero la realidad es que, desde mi punto de vista, el argumento para esta restricción tiene mucha validez
Florida es un destino turístico famoso por sus playas y la instalación de granjas eólicas a tan corta distancia dañaría el paisaje, así como toda la economía que gira alrededor del turismo costero.
La prohibición de actividades energéticas en Florida no es exclusiva para la energía eólica, también las actividades petroleras como la excavación y extracción se encuentra prohibida con las mismas distancias.
Esta restricción abre la discusión de, ¿hasta dónde podemos instalar turbinas eólicas sin afectar negativamente la economía y estilo de vida de las comunidades cercanas?
El Impacto Social Invisible de las Turbinas Eólicas
Es claro que las granjas eólicas tienen grandes beneficios ambientales y para la transición energética, sin embargo, cuentan con un impacto social que muchas veces pasa desapercibido.
Para el caso de Florida, un claro impacto social sería la contaminación visual que significaría tener turbinas eólicas tan cerca de sus playas turísticas, afectando la belleza del entorno y por ende la economía de miles de familias.
Pero para otras comunidades puede ser el constante ruido y parpadeo de sombras. Hace ya varios meses una amiga que visitó Alemania me comentaba como la casa y la calidad de vida de una familia que conoció se vio seriamente afectada por unas turbinas eólicas instaladas en el terreno de su vecino a 100 metros, las ganancias de la instalación se las llevaba el vecino, pero las molestias se las quedaban ellos (el vecino no vivía en ese terreno).
No me gustaría que se diera a entender que las turbinas eólicas son “malas”, al contario; pero sí es necesario que siempre que queramos instalarlas tengamos presente los medios de participación comunitaria y el dimensionamiento de los impactos sociales para que esta energía sea verdaderamente sostenible, donde cuidemos el medio ambiente, busquemos el bienestar social, mientras se crea desarrollo económico.
