La reciente Semana de Adaptación Global de Corea y el 8º Foro de la Red de Adaptación al Cambio Climático de Asia-Pacífico (APAN) subrayan la urgencia de emprender acciones audaces para adaptarse a los impactos del cambio climático en la región de Asia-Pacífico.
Estos impactos ya son severos, implacables y letales. Se pudo observar esta realidad al visitar el distrito de Khairpur en Pakistán en febrero. Seis meses después de las inundaciones, la falta de acceso a agua potable, servicios de salud y educación se había convertido en una catástrofe climática para la población local.
La catástrofe se está volviendo cada vez más frecuente para muchas de las personas más vulnerables del mundo. En la región de Asia-Pacífico, el aumento del nivel del mar podría desplazar a millones de personas. La producción de cultivos básicos disminuirá con cada fracción de grado por encima de los objetivos del Acuerdo de París. Además, se estima que el Producto Interno Bruto (PIB) de la región podría disminuir en un tres por ciento para 2050 si no se toman medidas más enérgicas.
Como se ha expresado ante los responsables de políticas en China, el cambio climático es el desafío de nuestros tiempos. La acción climática no puede perderse en la competencia entre naciones, en aspiraciones políticas, en problemas económicos o en otras crisis. Las ganancias a corto plazo a expensas del clima solo traerán dolor a largo plazo.
El mundo debe mostrar un liderazgo real y tomar medidas ahora, tanto en adaptación como en mitigación. La adaptación es urgente, ya que puede llevar generaciones y miles de años para que las especies se adapten a los cambios en su entorno. La humanidad no tiene ese lujo de tiempo. Los impactos del cambio climático están aquí y ahora. Las personas, comunidades y naciones vulnerables necesitan nuestra ayuda de inmediato.
Por eso, sus discusiones son importantes. Pueden contribuir a acelerar la acción. Además, su enfoque transversal en la igualdad de género y la inclusión social aborda directamente la justicia climática. Los más pobres y marginados son quienes más sufren por el cambio climático, y dentro de estos grupos, las mujeres enfrentan la mayor carga. Estas son las personas a quienes debemos proteger e incluir mientras intensificamos las acciones de adaptación.
Amigos, desde este foro se desprenden algunas conclusiones clave que impulsarán la acción:
Primero, debemos aprovechar el conocimiento tradicional en la interfaz entre la ciencia y la política, así como en la restauración y gestión de ecosistemas. Necesitamos conservar y restaurar los ecosistemas de Asia-Pacífico, lo que aporta beneficios como el control de inundaciones, la purificación del agua y la regulación del clima. Para lograrlo, debemos aplicar las mejores prácticas y la ciencia, tanto nueva como antigua, de manera apropiada.
Durante siglos, los pueblos indígenas y las comunidades locales (IPLC) han gestionado sus tierras en armonía con la naturaleza. Son los mejores guardianes de la tierra y la biodiversidad. Poseen una riqueza de soluciones locales para el clima. Sin embargo, hemos pasado por alto a los IPLC. Los hemos excluido de las negociaciones. Hemos desestimado su conocimiento en la interfaz entre la ciencia y la política. Esto no es inclusión social, es arrogancia insensata.
Comprender cómo funcionan los riesgos en cascada en un país es vital para identificar puntos de entrada para la adaptación. Infundir la ciencia con perspectivas desde el terreno es esencial para garantizar que las inversiones en adaptación respalden las prioridades de la comunidad. Esto significa escuchar a los IPLC y empoderarlos para que lideren las soluciones.
Vimos esto en Fiji, donde se utilizó el conocimiento indígena y tradicional como parte de una evaluación de adaptación basada en ecosistemas para determinar qué especies nativas podrían reducir la erosión costera e inundaciones. Necesitamos más ejemplos como este.
En segundo lugar, debemos reformar los sistemas alimentarios para proteger los medios de vida y la seguridad alimentaria. El momento de balance de la Cumbre de Sistemas Alimentarios, organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), nos recordó que los sistemas alimentarios deben transformarse. Deben reducir sus emisiones, evitar la conversión de tierras y la contaminación de los ecosistemas, y construir resiliencia a los impactos del cambio climático.
Existen muchas formas de lograr esto, como la adopción de la agricultura regenerativa y la agricultura orientada a la conservación. También es necesario volver a enfocar los subsidios para incentivar a los agricultores a cambiar sus prácticas. La restauración de paisajes y suelos para evitar la conversión de ecosistemas vírgenes y amortiguar los impactos del cambio climático es fundamental.
La igualdad de género debe ser un elemento central en estos esfuerzos. En muchos países, más mujeres que hombres trabajan la tierra, pero estas mujeres tienen menos acceso a la tenencia de la tierra, los recursos y los insumos. Esto debe cambiar para garantizar la restauración de la naturaleza, incluyendo los esfuerzos bajo la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas.
En tercer lugar, las alertas tempranas son fundamentales. Con los datos adecuados, los países y las comunidades pueden actuar antes de que ocurran eventos climáticos extremos. Esta es una inversión inicial que protege a las personas, la agricultura y la infraestructura. La acción temprana es más rentable que las apelaciones humanitarias posteriores a los desastres, que, como todos sabemos, son cada vez más difíciles de financiar.
En cuarto lugar, debemos proteger las ciudades y la infraestructura contra el cambio climático priorizando soluciones basadas en la naturaleza. Las ciudades del mundo enfrentan graves riesgos climáticos. A pesar de ello, la humanidad sigue siendo atraída por estas ciudades, como una polilla atraída por la luz. La urbanización no se detendrá. Por lo tanto, nuestras ciudades deben convertirse en refugios seguros y verdes, en lugar de concentraciones de miseria climática de concreto.
Esto implica reintroducir la naturaleza en las ciudades para proporcionar enfriamiento natural, lo cual puede salvar vidas para aquellos que no pueden pagar aire acondicionado. Significa priorizar la agricultura urbana y periurbana, lo que puede mejorar la seguridad alimentaria y los medios de vida de los más pobres de la ciudad. Esto también significa considerar todo, desde los materiales de construcción hasta la infraestructura gris-verde.
El programa UrbanShift, dirigido por el PNUMA en colaboración con otros socios, está trabajando en este espacio. De hecho, UrbanShift celebrará su primer foro en Asia más adelante este mes en Nueva Delhi, reuniendo a representantes de ciudades de India, China e Indonesia, organizaciones internacionales y el sector privado.
Finalmente, debemos proporcionar la financiación adecuada a través de los marcos adecuados. Como todos ustedes saben, la financiación para la adaptación debe aumentar drásticamente. Esta financiación debe provenir de diversas fuentes y dirigirse adecuadamente a través de marcos internacionales y nacionales.
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