Una organización puede beneficiarse del análisis de estas macrotendencias para hacerse algunas preguntas necesarias:
1. Identificando tendencias que no estamos teniendo en cuenta.
¿Cuáles de estas tendencias están en el radar organizacional, explícitamente, por sus posibles implicaciones, tanto temáticas como geográficas y operativas? ¿Cuáles se están ignorando y deberían tomarse más en serio? ¿Qué otras tendencias son clave para nuestra organización?

2. Ayudándonos a entender en qué áreas geográficas debemos centrarnos.
¿Cómo podrían afectar estas macrotendencias en cada área, región y/o país donde trabajamos? ¿Podrían las comunidades y las ciudades virtuales convertirse en “centros de cambio” más poderosos que las comunidades geográficas?
3. Analizando los impactos en diferentes grupos de personas.
¿Cómo podrían estas macrotendencias, individualmente y en conjunto, afectar a las poblaciones marginadas, especialmente a mujeres y niñas? ¿Cómo afectan a las poblaciones con las cuales trabajamos primordialmente? ¿Quiénes se están viendo más afectados ahora, en el futuro próximo o más a largo plazo?

4. Descubrir oportunidades y desafíos utilizando una perspectiva sistémica.
Si bien cada macrotendencia puede tener implicaciones positivas y negativas, es en la interacción de estas donde se perciben los efectos reales. ¿Qué asumimos sobre cada macrotendencia y cómo afectará las demás? ¿Qué nuevas opciones pueden surgir dentro de estas interacciones para abordar la pobreza y la desigualdad? Por ejemplo, ¿se reconoce suficientemente el potencial del aumento de la población joven cuando se piensa en la reducción de la desigualdad? ¿Se sabe suficientemente cómo la automatización podría brindar nuevas oportunidades de empleo en la economía digital en los campos de refugiados? ¿Cómo puede la urgencia de reducir el uso de agua por parte de los sistemas alimentarios provocar cambios en la producción agrícola que satisfagan mejor las necesidades nutricionales mundiales, en vez de solo las calóricas? Es necesario adoptar una perspectiva sistémica para no ignorar las complejas interacciones que conducen a “incógnitas desconocidas”, como puede ser el caso de la eclosión de la COVID-19.

5. Decidir qué tendencias atender y qué roles jugar.
Si bien todas estas tendencias afectarán el trabajo de cualquier organización, cada una deberá decidir qué papel puede y quiere desempeñar. ¿Qué tipo de agente de cambio y qué tipo de cambio quiere impulsar en relación con cada macrotendencia? Tales discusiones pueden ayudar a aclarar la identidad y la misión de la organización en medio de los cambios globales. ¿Cuál será la escala de su respuesta? Un enfoque minimalista sobre la migración rural-urbana, por ejemplo, significaría invertir tiempo no en decidir si una organización está “a favor” o “en contra” de esta tendencia inevitable, sino en comprender lo que está sucediendo y centrarse en reducir los efectos negativos en sus grupos de usuarios. Un enfoque maximalista podría centrarse, en cambio, en crear oportunidades para generar ingresos en los países de origen de los inmigrantes con el fin de reducir el desempleo y la migración por causas económicas.
6. Reimaginar asociaciones, roles y posibilidades.
¿Estamos detectando y fomentando nuevas colaboraciones para aumentar nuestro impacto? ¿Está nuestra organización bien posicionada para participar en una intervención que se alinee con nuestra identidad, misión y fortalezas? ¿Existe capacidad organizativa para financiar el cambio que queremos impulsar? ¿Qué suponen las tendencias para otros supuestos operativos clave, como la capacidad de recaudar fondos?

Referencia Bibliográfica:
Oxfam (2020): Global Megatrends: mapping the forces that affect us all. Oxfam Discussion Papers, enero.